lunes, 13 de diciembre de 2010

La usura es un crimen organizado


El Gobierno tiene el escenario claro desde hace varios meses: detrás del delito de la usura, hay otros delitos más serios y que son muestra de cómo el crimen organizado opera.

Desde junio pasado, el ex ministro del Interior, Gustavo Jalkh, lo ha dicho en reiteradas oportunidades y en declaraciones a diversos medios de comunicación. Así, durante una reunión del Consejo de Seguridad del Guayas, sostuvo: "No se trata solo de un inocente negocio de usura, sino que, detrás de eso, hay lavado de activos, narcotráfico, que producen luego ajustes de cuentas y cobros violentos de deudas".

Especialistas de la Policía y de la Fiscalía confirman esto.

De hecho, aseguran que, más allá de las decisiones que toman los jueces, las investigaciones han seguido justamente por lo afirmado por los voceros de Gobierno: detrás de las bandas de prestadiarios, hay estructuras con diversos niveles que mueven gran cantidad de dinero.

Hay un amplio abanico de potenciales investigaciones; por ejemplo, de dónde se generan los recursos para prestar el dinero; si los fondos vienen particularmente de Colombia (la banda desbaratada estaba integrada en su mayoría por colombianos) o de dónde salen; si ese dinero estaba en el país y, si era así, por qué no estaba depositado en el banco; si hay testaferros o el dinero es producto de la droga o de lavado de activos. Este último no solo está asociado al narcotráfico, sino también a tráfico de personas y prostitución, entre otros.

En cuanto a los niveles de organización que tiene una estructura de "prestadiario", se contó que, en el primer nivel, están quienes prestan el dinero, los dueños de los fondos, que constituyen la cabeza del mismo; luego, están quienes hacen las veces de coordinadores o enlaces entre los directivos y el operativo, que es el que está ofertando el dinero y explica las tasas que deben pagar. Para ello, tienen un sistema de publicidad con hojas volantes.

El tercer nivel es de los motocilistas que entregan los préstamos y los cobran. Y el cuarto nivel, que no se había logrado determinar si funcionaba o no en el país aunque sí lo hace en Colombia, es el que se encarga de matar a las personas que incumplen con los acuerdos de pago o los trabajos que les encargan, a veces relacionados con el tráfico de drogas, para saldar sus deudas. Sería el "grupo de sicarios o de limpieza".

Para llegar a esta última instancia, hay previamente intimidaciones y amenazas a los supuestos beneficiarios de los préstamos, que se otorgan a elevadísimas tasas de interés que pueden bordear el 20% diario por sumas que oscilan entre los $25 y los $4 000.

La usura es un crimen organizado

El Gobierno tiene el escenario claro desde hace varios meses: detrás del delito de la usura, hay otros delitos más serios y que son muestra de cómo el crimen organizado opera.

Desde junio pasado, el ministro del Interior, Gustavo Jalkh, lo ha dicho en reiteradas oportunidades y en declaraciones a diversos medios de comunicación. Así, durante una reunión del Consejo de Seguridad del Guayas, sostuvo: "No se trata solo de un inocente negocio de usura, sino que, detrás de eso, hay lavado de activos, narcotráfico, que producen luego ajustes de cuentas y cobros violentos de deudas".

Lo mismo ha hecho el ministro de Justicia, José Serrano, a propósito del incremento de las cifras de sicariato en diversas ciudades del país, registradas a partir de mediados de este año. "El sicariato en sí no es un delito penal aislado, sino vinculado a otros delitos como narcotráfico y lavado de dinero".

Especialistas de la Policía y de la Fiscalía confirman esto.

De hecho, aseguran que, más allá de las decisiones que toman los jueces, las investigaciones han seguido justamente por lo afirmado por los voceros de Gobierno: detrás de las bandas de prestadiarios, hay estructuras con diversos niveles que mueven gran cantidad de dinero.

El 12 de julio de 2010, este suplemento publicó un reportaje sobre cómo operaba la supuesta banda de chulqueros que fue desmantelada en Quito. Ahí, se contó, con base en testimonios de policías que trabajaron en la investigación, que la modalidad de los "prestadiarios" trae detrás de sí varios delitos conexos, como sicariato, enriquecimiento ilícito, lavado de activos, asociación ilícita, narcotráfico, intimidación, amenazas y lesiones, entre otros.

Justamente por ello, había un amplio abanico de potenciales investigaciones; por ejemplo, de dónde se generan los recursos para prestar el dinero; si los fondos vienen particularmente de Colombia (la banda desbaratada estaba integrada en su mayoría por colombianos) o de dónde salen; si ese dinero estaba en el país y, si era así, por qué no estaba depositado en el banco; si hay testaferros o el dinero es producto de la droga o de lavado de activos. Este último no solo está asociado al narcotráfico, sino también a tráfico de personas y prostitución, entre otros.

En cuanto a los niveles de organización que tiene una estructura de "prestadiario", se contó que, en el primer nivel, están quienes prestan el dinero, los dueños de los fondos, que constituyen la cabeza del mismo; luego, están quienes hacen las veces de coordinadores o enlaces entre los directivos y el operativo, que es el que está ofertando el dinero y explica las tasas que deben pagar. Para ello, tienen un sistema de publicidad con hojas volantes.

El tercer nivel es de los motocilistas que entregan los préstamos y los cobran. Y el cuarto nivel, que no se había logrado determinar si funcionaba o no en el país aunque sí lo hace en Colombia, es el que se encarga de matar a las personas que incumplen con los acuerdos de pago o los trabajos que les encargan, a veces relacionados con el tráfico de drogas, para saldar sus deudas. Sería el "grupo de sicarios o de limpieza".

Para llegar a esta última instancia, hay previamente intimidaciones y amenazas a los supuestos beneficiarios de los préstamos, que se otorgan a elevadísimas tasas de interés que pueden bordear el 20% diario por sumas que oscilan entre los $25 y los $4 000.